PRESENTACIÓN

Aún recuerdo la cacería de mi primer venado en el año de 1968, hace ya casi 50 años. Yo entonces era un jovencito que aún no cumplía los 15 años y ya intentaba cazar venados. Me inicié en la Cacería  como lo hicieron todos los cazadores de mi generación: caminando de noche por entre el monte y con una linterna atada en la cabeza. Así se cazaba entonces. Fanaleábamos porque era la costumbre, además cazábamos de noche porque no sabíamos cómo cazar de día.

Admito que a mi  la fanaleada no me gustaba; no porque fuera decente, más bien no me gustaba porque era miedoso. No le tenía miedo a la obscuridad de la noche, ni a los posibles espantos de los montes. Yo le tenía  miedo a las espinadas que me daba con los nopales, los tasajillos y los arbustos de uña de gato que se me atravesaban en la vereda, y alguna noche llegué a toparme también con una víbora de cascabel.

Los años pasaron y allá por 1985 dejé la fanaleada y me hice cazador diurno y de brecha. Por fin dejé de andar caminando entre el monte buscando venados en plena madrugada. Ahora me pasaba horas enteras sentado en la orilla de una brecha, esperando a que pasaran los venados. Debo decir que en los años ochenta los ranchos del noreste de México tenían  pocas brechas; tenían venados, pero por lo cerrado de los montes era difícil verlos.

En ese tiempo tampoco usábamos maíz como atrayente. Si bien te iba, mirabas uno o dos animales en todo el día.  Entonces, como no tirabas maíz en las brechas, no se juntaban los venados a comer como lo hacen ahora. En aquellos años el venado cruzaba la brecha caminando y no se detenía, la forma de pararlo era haciendo el sonido de un balido… ¡Beeeeeeeeeee! 

Con aquel sonido se detenía y era como podías dispararle.

Ahora, muchos años después, me doy cuenta que mis métodos de cacería y mis técnicas han  quedado en el pasado. Pero me siento orgulloso y afortunado de haber vivido aquellos años y de haber usado con éxito esas técnicas. A mí me funcionaron y cacé muchos venados usándolas.

Sin embargo, no me quedé estancado. Tuve que modernizarme y actualizar mis técnicas de cacería.

Así he tenido la suerte de conocer los avances tecnológicos que, en materia de Cacería Deportiva,  ha traído el  siglo XXI. Ahora cazo sentado en una torre y tengo frente a mí un comedero relleno de maíz  que algunas veces llega a juntar más de 20 venadas y unos 3 o 4 machos por espiada. También uso  cámaras de movimiento,  y desde octubre empiezo a ver y reconocer a los venados que cazaremos en diciembre o enero.

Ya no busco huellas en el piso, tampoco  busco rozaderos en los tallos de los arbustos. Ahora simplemente reviso la tarjeta electrónica de mi cámara y ahí están los venados que voy a cazar. Veo con una mezcla de alegría y tristeza el antes y después de la Cacería, y me siento afortunado de haber vivido y disfrutado las dos etapas, pues sin duda las dos maneras de cazar tienen su atractivo. Ver un hato de venados comiendo maíz sin importarles la presencia humana,  no era la conducta que esperaríamos de un venado hace unos 20 años atrás. Admito que  la inteligencia humana aunada al Manejo Científico de la Fauna, logró modificar los hábitos de los venados y gracias a ello ahora disfrutamos de una mayor cantidad y calidad de  fauna.

Estoy totalmente seguro que vendrán tiempos muy favorables para la Cacería Deportiva en el noreste de México. Pero es muy justo también recordar con nostalgia y agrado aquellas aventuras de cacería que viví en el pasado. Fueron momentos importantes; unos exitosos, otros frustrantes.

En algunos de ellos mi vida estuvo en peligro.

Ver de cerca la cara de la muerte nunca será agradable, pero enfrentarse al peligro y salir con vida, te fortalece, te hace crecer como persona y la Cacería me ha dejado esas grandes enseñanzas.

En éste blog encontrarás éstas y otras historias de cacerías de venados. Si son reales  o  son fantasía… tú  decides. ¿Cuándo ocurrieron? Qué importa, la fecha es lo de menos.

Estas aventuras tuvieron como escenario ranchos ubicados en  el Noreste de México, en  la llamada  Gran Planicie Costera Nororiental que abarca los Estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

En esos ranchos viví o imaginé estas historias.

Jesús Moreno Niño

1 comentario:

  1. Muy buenos relatos... me encantaria leer mas de tus anecdotas...
    Saludos

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